Conferencia EL ÁRBOL Y EL BOSQUE Antonio Machado y los muertos de la Retirada

Bruno Bertherat est maître de conférences en Histoire contemporaine à l’Université d’Avignon. Ses recherches portent sur l’histoire de l’identification, de la médecine légale et du crime et des pratiques funéraires en France.

Isabelle Renaudet  est professeure d’Histoire contemporaine à l’Université d’Aix-Marseille, ancien membre de la Casa de Velázquez, membre de l’UMR 7303 du CNRS-TELEMMe. Sa recherche se rattache à l’histoire de l’Espagne.


EL ÁRBOL Y EL BOSQUE
ANTONIO MACHADO Y LOS MUERTOS DE LA RETIRADA
(1939-2023)

Si hubiera que resumir a los muertos de la Retirada en un símbolo todavía vivo hoy, sería el de la tumba del poeta Antonio Machado, situada aquí, en el antiguo cementerio de Collioure, no lejos de la frontera española (doc. 1). La tumba de Machado es el árbol que oculta el bosque de los muertos de la Retirada y al mismo tiempo lo insinúa en virtud de los usos a que da lugar. Este bosque de muertos es el núcleo de este proyecto y tiene su eco en la actualidad de los migrantes que huyen de conflictos, como la famosa imagen del pequeño niño sirio que se ahogó en la costa turca en septiembre de 2015. Sin embargo, las imágenes icónicas de la Retirada no suelen asociarse con la muerte, sino más bien con procesiones de decenas de miles de españoles exhaustos que recorren las carreteras del sur de Francia. Si la guerra española se asocia con la muerte y las masacres, la Retirada se asocia con el vagabundeo y el desarraigo, que son otras formas de sufrimiento, relegando a la muerte a un segundo plano.
Este proyecto se inscribe, pues, en un punto ciego de la investigación histórica sobre la Retirada. Se encuentra en la encrucijada de dos inmensos campos historiográficos. En primer lugar, el de la Guerra Civil, cuya prolongación francesa de la Retirada se estudia cada vez más desde los años ochenta y noventa. El segundo ámbito es el de las masacres y genocidios que caracterizaron el siglo XX, con el fin de ponerlos en perspectiva. El enfoque que hemos elegido nos sitúa en una historia de la muerte, atenta al tratamiento material y simbólico del cadáver. Sus orígenes en la época contemporánea se remontan a los trabajos de Philippe Ariès y Michel Vovelle, y desde entonces se ha estructurado en torno a la obra de Régis Bertrand y de una escuela de la muerte de Aix-en-Provence, con ramales en Avignon, de la que formamos parte. Es un proyecto de antropología histórica que estamos llevando a cabo y que opta por el largo plazo, porque sólo el largo plazo puede dar cuenta plenamente de esta vida póstuma de los muertos y del entrecruzamiento de temporalidades.
Por tanto, es necesario precisar nuestro planteamiento y las fuentes que hemos empezado a utilizar y que pretendemos desarrollar.

1) Aproximación

Hemos empezado por la más famosa de las tumbas de los exiliados, la de Machado, porque es con ella con la que iniciamos nuestra investigación. Servirá de hilo conductor. Zona, periodo y población estudiados La ubicación de la tumba del poeta en el cementerio de Collioure nos llevó a limitar la zona de investigación al departamento de los Pirineos Orientales, al menos en un primer momento.

La elección de limitar el estudio a esta zona geográfica es también el resultado de dos factores: al haber sido los Pirineos Orientales el primer receptáculo del flujo de refugiados que huían de España, este departamento constituye un terreno ineludible; su doble vocación de lugar de paso fronterizo y de internamiento, y a veces de acogida, permite captar la pluralidad de configuraciones en las que los refugiados han podido fallecer: durante su huida, en el camino hacia el éxodo; en los distintos lugares donde fueron alojados u hospitalizados; en los campos de internamiento o concentración, situados en la costa o en el interior, por último. Las muertes de la Retirada forman parte, por tanto, de una geografía específica, compuesta por puntos de paso, rutas y lugares, de los cuales los campamentos son los más famosos (doc. 2).

La fecha de la muerte de Machado, el 22 de febrero de 1939, se refiere lógicamente al primer período cronológico que hemos elegido, el del tiempo de los muertos. Comienza el 28 de enero de 1939, fecha a partir de la cual se acoge a los refugiados en territorio francés, y termina en esta fase de nuestra reflexión el 1 de septiembre de 1939, fecha en la que Francia entra en guerra contra Alemania. Al centrarnos en los pocos meses de 1939, de enero a principios de septiembre de 1939, pretendemos arrojar luz sobre una serie de situaciones que permiten interrogarse sobre el destino del cadáver en el contexto de las migraciones forzosas provocadas por la guerra y el internamiento de los refugiados. Por lo tanto, esta secuencia se ha identificado como un periodo singular en relación con los acontecimientos a los que se refiere. Estos acontecimientos se relacionan, en primer lugar, con las anteriores oleadas migratorias, que el episodio de la Retirada supera en magnitud y trascendencia histórica, y, en segundo lugar, con el conflicto que provocó el éxodo de los republicanos a Francia. La Retirada permite captar otra mortalidad, que se juega en los márgenes de la guerra, fuera del frente o de la violencia política de la retaguardia, pero que es efectivamente una situación de anomia mortal en un contexto de crisis humanitaria. El interés de la secuencia que hemos esbozado estriba finalmente en que proporciona material para el análisis de las muertes individuales, de republicanos ilustres, así como las de los anónimos. En este sentido, y volviendo a Machado, su muerte nos invita a explorar las otras muertes que su tumba hatendido a ocultar.

Cuantificar estas otras muertes es un ejercicio complejo para el historiador. No es que no se aluda a ellos en las fuentes. Por el contrario, su sombra es un motivo recurrente en la narración del éxodo. El testimonio de Pierre Izard ofrece un ejemplo. Al describir en 1974 el flujo de refugiados que afluían a Argelès-sur-Mer durante los primeros días de febrero de 1939, el entonces primer teniente de alcalde asoció en su discurso el exilio con la muerte (doc. 3). En las mismas fechas, la indeterminación del número de muertos domina también el artículo dedicado por el corresponsal de L’Indépendant el 2 de febrero de 1939 a los refugiados llegados a Francia por Saint-Laurent-de-Cerdans, en el extremo franco-español de los Pirineos Orientales (doc. 4). Por el contrario, la línea de defensa de minimizar el número de muertes en los campos de concentración para ahuyentar las críticas no ayudó a la investigación. El 16 de febrero de 1939, el diario La Dépêche, cuyos vínculos con la familia Sarraut eran bien conocidos, rebatía las «exageraciones» publicadas sobre los campos (doc. 5). Esta disputa sobre las cifras de muertos muestra la dificultad de contabilizar las muertes de la Retirada. Otra dificultad es considerar el número de víctimas en la perspectiva de una historia más larga, que incluye el internamiento español, generado por la Retirada, y el
periodo de la Segunda Guerra Mundial. Un primer balance global en forma de base de datos ha sido elaborado recientemente en Cataluña por un equipo de investigadores en el marco del programa « Cost humà de la Guerra Civil » puesto en marcha por la Dirección General de Memoria Democrática. Enumera 1.153 muertes en el departamento de Pirineos Orientales en 1939 (incluidos algunos casos en 1940).

El tratamiento de los cadáveres

El tratamiento de los cadáveres es la otra gran cuestión que contempla nuestro planteamiento. El destino del cuerpo de Machado vuelve a ser un buen punto de partida para la reflexión. Aunque el poeta murió lejos de casa, no se encontraba entonces en un campo y su cuerpo se reintegró en una norma funeraria, ya que fue enterrado en el cementerio municipal el 23 de febrero de 1939, en un nicho perteneciente a una familia de Collioure (los Py-Deboher) que se había ofrecido a albergar su cuerpo, evitando así la inhumación gratuita en una parcela común. También se le rindió un funeral digno y se le rindieron honores. Otros muertos menos conocidos de la Retirada siguieron un destino similar y, si no tuvieron funeral, fueron enterrados, al menos en el terreno común, el de la sepultura gratuita. El relato realizado en 2003 por Francine Mach, habitante del pueblo de Lamanère, que tenía 8 años en 1939, revela la muerte de un refugiado durante los primeros días de febrero, que falleció en el Pla de Coma, y al que los hombres del pequeño pueblo «se encargaron de recoger» para «darle sepultura en el cementerio».

Pero el tratamiento de los muertos de la Retirada tiene sobre todo una dimensión anómica, que contrasta con la muerte de Machado, constituyendo los muertos de los hospitales un punto intermedio. Las modalidades del éxodo favorecieron los enterramientos de emergencia, en los que los restos de los que morían en el camino eran enterrados a toda prisa. Los ritos funerarios, cuando tenían lugar, se reducían a su expresión más simple, y el rastreo del destino de los restos era casi imposible, ya que no se registraba la ubicación de las tumbas en las que se enterraba a los muertos. Esta situación se da a ambos lados de la frontera, con la diferencia de que en el lado francés no se quería borrar la huella física de los muertos, a diferencia del trato reservado a los cadáveres de los enemigos en el lado español, sobre todo por parte de los nacionalistas durante la Guerra Civil. Por último, está el trato dado a los muertos en los campos de concentración, especialmente en los de la costa. El de Argelès-sur-Mer, por ejemplo, tenía un cementerio específico.

Nuestra investigación también estará atenta a los lugares donde yacen los cadáveres y al trato que reciben de los actores, sean quienes sean. La muerte de exiliados plantea cuestiones de orden público e higiene, sobre todo porque afecta a una población muy numerosa y la mortalidad en los campos es elevada. En cambio, da lugar a la intervención de las autoridades locales, los municipios encargados de los cementerios, por supuesto, pero también del Estado, que se ocupaba de los campos, y sus representantes, los gendarmes. Además de estos actores institucionales, también está la cuestión del papel de los médicos que verifican las defunciones, de los directores de funerarias y de todas las profesiones relacionadas con los funerales y los cementerios, de los particulares e incluso de los propios exiliados y, por último, de todas las personas que fueron testigos de uno u otro modo de estos dramáticos procesos. La cuestión de los actores implicados en el tratamiento de los cadáveres es, pues, central en nuestra investigación para comprender los gestos desplegados en torno al cadáver y las palabras de los supervivientes.

La dimensión conmemorativa

Sin embargo, en el proceso que estamos describiendo, el entierro no es el final, como lo atestigua el destino de Machado. El escritor fue reinhumado el 16 de julio de 1958 en una tumba a la entrada del cementerio, donde descansa desde entonces junto a su madre, fallecida tres días después que él, el 25 de febrero de 1939. Este nuevo entierro es el resultado de la acción emprendida por la Asociación de Amigos de Antonio Machado. Desde entonces, su tumba se había convertido en uno de los lugares de memoria de la Retirada, al tiempo que las huellas de la Retirada iban desapareciendo progresivamente del paisaje, como señalaba Jorge Semprún en un documental de 1972: «Barcarès, Saint-Cyprien, Argelès-sur-Mer, son nombres de destinos de vacaciones. En la memoria española, son nombres de campos de concentración». Es cierto que la situación ha evolucionado desde entonces.

La dimensión memorial de los muertos de la Retirada implica, pues, la extensión cronológica de nuestro tema hasta nuestros días. Bajo el impulso de la Fundación Antonio Machado, que tomó el relevo de la Asociación de Amigos de Antonio Machado en 1977, se dotó a la tumba del poeta de un buzón para fomentar los testimonios. También se cubre regularmente con homenajes de todo tipo. Las prácticas y costumbres generadas por las tumbas son tan importantes para nosotros como las propias tumbas. La Retirada se ha convertido en un tema de memoria en Francia y en España, con configuraciones que no son las mismas a ambos lados de la frontera. El periodo actual está marcado por el desarrollo de museos conmemorativos, especialmente en los lugares de internamiento, como el de Rivesaltes inaugurado en 2015. Se perfila así un nuevo mapa de los Pirineos Orientales que permite la coexistencia de dos memorias, la del turismo contemporáneo y la de la Retirada. Esta memoria es un objeto de la historia.

Pero la gran historia de la Retirada debe combinarse también con la de los anónimos, los familiares y descendientes de los muertos de la Retirada, que el reciente renacimiento de la memoria ha vuelto a poner en primer plano. Es una historia desde abajo que debemos intentar practicar aquí. ¿Cómo vivieron los familiares esta muerte? ¿Existen prácticas funerarias y conmemorativas específicas? ¿Cuál era la temporalidad del recuerdo y de su opuesto, el olvido? En esta historia de la intimidad, los silencios ocupan un lugar tan esencial como complejo de estudiar, al igual que los efectos generacionales: la generación de quienes vivieron la guerra se contrapone a menudo a la de sus descendientes. Y sería interesante cruzar estos recuerdos íntimos con las cuestiones de memoria descritas anteriormente. En estas condiciones, ¿en qué fuentes puede basarse el historiador para su planteamiento?

2) Fuentes

Las fuentes que hay que movilizar sobre un tema así son a la vez numerosas y escasas, lo que demuestra la dificultad del trabajo que hay que realizar. Además, desde un punto de vista metodológico, la cuestión de las fuentes no puede separarse de la necesidad de un enfoque multidisciplinar.

Los archivos

En primer lugar, están los Archives départementales des Pyrénées-Orientales. Contienen, en particular, los intercambios entre el prefecto y el Estado, los archivos de los campos, que conservan las listas de los internados y de los muertos (pero no dicen nada sobre el destino de los cadáveres) y los archivos de los hospitales, como los del hospital Saint-Jean de Perpiñán. La situación de emergencia sanitaria provocada por la Retirada permitió acoger a los numerosos enfermos y heridos, más de 6.000, que los hospitales del campo no podían atender. Los archivos contienen, en particular, el fichero nominativo de los hospitalizados y fallecidos. El archivo de los fallecidos, clasificado por orden alfabético, es una fuente preciosa. El principio de clasificación utilizado parece haber sido el orden de fallecimiento de los pacientes que ingresaron en el departamento, ya que cada ficha está numerada por orden de antigüedad. Para el año 1939, que es el que nos interesa, las entradas contienen el apellido y el nombre del paciente, la fecha y el lugar de nacimiento, la identidad de los padres, el lugar de residencia en España, la fecha de ingreso en el hospital con el diagnóstico y el lugar de origen, la fecha de defunción y la causa del fallecimiento, seguidas de cualquier observación (doc. 6). Queda por hacer un recuento preciso para desentrañar la nacionalidad de «los 800 internos que murieron en este hospital». Además de la documentación de los Archivos Departamentales, los archivos municipales también conservan registros de defunciones, como el de Machado en Collioure. La Retirada también dejó huellas en las deliberaciones de los consejos municipales, como en Prats-de-Mollo.

En cuanto a los registros funerarios, cuando existen, se encuentran en los archivos municipales o en los propios cementerios, como el Cementerio del Oeste de Perpiñán, que contiene los muertos de la Retirada. El expediente personal de Lázaro Roldán Tomás, que ingresó en el hospital el 27 de febrero de 1941 procedente del campo de Argelès y falleció el 25 de junio del mismo año, menciona el número de su sepultura (827), que probablemente corresponde al registro de sepulturas del cementerio de Perpiñán, así como la fecha en que fue enterrado (27 de junio de 1941 a las 15.00 horas). Desgraciadamente, estos datos, válidos para 1941, no figuran en los expedientes de 1939, lo que complica la investigación.

Otras colecciones son las del Service historique de la Défense de Vincennes, que conserva los archivos de los gendarmes, incluidos los relativos a la Retirada, pero las primeras encuestas realizadas han resultado decepcionantes. Los archivos de las asociaciones, por el contrario, son más prometedores, en primer lugar los de la Fundación Antonio Machado, que recupera las cartas depositadas en el citado buzón y recientemente depositadas en la Mediateca de Collioure. La Fundación colabora con el equipo dirigido por la historiadora Verónica Sierra Blas, que lleva años analizando estas cartas, que incluyen voces de niños. Este panel se completa con las colecciones de las organizaciones humanitarias presentes en los campos, por ejemplo los archivos de los Servicios Suizos de Socorro, conservados en parte en los Archivos Federales de Berna. Por último, quedan por explorar las fuentes de los enterradores, si es que se han conservado.

De las fuentes publicadas a las fuentes digitales

Son muy diversos y forman otra parte del corpus. Algunos ya se han mencionado en la primera parte de esta contribución. La prensa es obviamente una fuente importante, ya sea nacional o local. Como observador sobre el terreno, L’Indépendant es una mina de información en un momento en que la prensa estaba muy dividida sobre la Guerra Civil y la acogida de refugiados. Pero también hay que estudiar la prensa a largo plazo, como en el caso del artículo del Figaro littéraire del 12 de octubre de 1957 escrito por el secretario de los Amigos de Antonio Machado sobre «el poeta sin tumba», que dio la primera cobertura mediática al reconocimiento de la memoria del escritor. También deberían movilizarse los numerosos testimonios sobre la Retirada. Por ejemplo, la del escritor Álvaro de Orriols en su relato Les feux du Perthus, que ilustra bien el contexto de anomia mortuoria en un episodio ocurrido en La Jonquera el 4 de febrero de 1939 (doc. 7). Esperamos encontrar testimonios del mismo tipo en la parte francesa.

En el marco de una historia del presente para las generaciones cuyos padres o abuelos vivieron la Retirada, nuestra investigación abre también un corpus de fuentes orales por recopilar. La encuesta oral se revela indispensable para localizar las tumbas, conocer las prácticas funerarias concretas o la memoria de los muertos en las familias de exiliados. Esta parte de la encuesta no está exenta de problemas, dado el tiempo transcurrido y las cuestiones conmemorativas implicadas. Los primeros pasos dados con la población local confirmaron desde este punto de vista lo que otros historiadores ya han puesto de relieve: el silencio de los actores locales ante una página oscura de la historia de los Pirineos Orientales. Cabe señalar que incluimos los rumores en el ámbito de la historia oral: son parte integrante de la memoria de los muertos de la Retirada.

Las ficciones son otra fuente importante, sea cual sea la época, incluso hasta nuestros días, ya que hemos elegido el largo plazo. Se trata sobre todo de novelas, pero también de poesía y teatro. ¿Cuántas de las numerosas ficciones sobre la Retirada tratan el tema de los muertos y su tratamiento? En el campo de la literatura, la perspectiva debe ampliarse para incluir aspectos simbólicos. Así, el tema de la ausencia, la desaparición y la figura del fantasma podrían formar parte del mundo imaginario del trauma relacionado con la guerra. Por último, no se descuidarán la iconografía y la tecnología digital. Está, por supuesto, la fotografía en el contexto del fotoperiodismo, que tuvo su momento de gloria durante la Guerra Civil y la Retirada. La ambigüedad de estas fuentes se mencionó en la introducción, ya que no hacen de la muerte uno de sus temas favoritos, salvo el funeral de Machado. Por tanto, debemos interrogar estas fotografías de otra manera, buscando pistas y planos de fondo. Lo mismo puede decirse de los dibujos, sobre todo de los que describen la vida en los campos (François Miro, Josep Bartolí, por ejemplo). A este panel añadamos fuentes audiovisuales, como el documental de Jorge Semprún de 1972, del que se hace eco Los caminos de la memoria, de José Luis Peñafuerte, que data de 2009 e incluye también imágenes de la película de Semprún, y otros trabajos más o menos recientes. En cuanto a lo digital e Internet, son para nosotros un recurso por derecho propio, aunque aparecieron después de la Retirada. Aunque planteen problemas metodológicos específicos, son inevitables.

Fuentes materiales y arqueológicas

La tumba de Machado será utilizada una última vez para evocar estas fuentes, porque condensa el cuestionamiento de las huellas de los muertos de la Retirada que debemos aplicar al conjunto del territorio estudiado. Este cuestionamiento invita a cruzar arqueología e historia. ¿Qué puede aportar la arqueología al estudio histórico de las muertes recientes, cuando la arqueología se asocia tradicionalmente a la Antigüedad? Desde hace algunos años, esta paradoja ha dejado de serlo, ya que la arqueología funeraria se ha extendido a la época contemporánea, en particular a los contextos de crisis de guerras y masacres. En este campo se nos abren dos vías posibles y complementarias.

La primera es la posibilidad de realizar excavaciones con el fin de conocer las causas de la muerte y, sobre todo, el tratamiento de los cadáveres. Existen desde hace varios años en España para las fosas comunes de la Guerra Civil y el franquismo, con el objetivo de documentar las masacres cometidas en particular contra los republicanos. Las autoridades españolas incluso han establecido y publicado una cartografía. El contexto en Francia es, por supuesto, diferente. Sin embargo, podrían organizarse excavaciones en enterramientos de emergencia en los campamentos, por ejemplo. También hay que tener en cuenta las limitaciones legales que imposibilitan las excavaciones: las tumbas en cementerios activos o cementerios de monumentos conmemorativos, como el de los españoles en Argelès.

El segundo enfoque es una arqueología de los usos. No se basa en la excavación, sino en la observación y documentación de los usos, sobre todo funerarios. Este enfoque fue practicado hace varias décadas por los historiadores en los cementerios provenzales para describir mejor el paisaje y su evolución en el contexto de un culto a los muertos promovido por el siglo XIX, incluso para los muertos de guerra. La tumba de Machado, dedicada a un verdadero culto cívico y memorialista, se presta evidentemente a este enfoque, tan abundantes son las huellas que suscita hoy. Pero este planteamiento también es válido para las demás tumbas de los muertos de la Retirada, la mayoría de las cuales están hoy olvidadas y abandonadas, lo que plantea el difícil problema de encontrar estas frágiles huellas en las propias tumbas. Para el historiador, el trabajo de campo es un complemento indispensable del trabajo en archivos y bibliotecas, al igual que el diálogo con otras disciplinas de las ciencias humanas y sociales.

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En conclusión, el proyecto sobre los muertos de la Retirada es una vasta empresa, porque es necesario analizar tanto el territorio como la temporalidad de los muertos, que se construyen en interacción con los vivos, que no son sólo los supervivientes de la Retirada. 2019 no marca para nosotros el final del período cronológico, aunque tenga más peso debido a la celebración del 80 aniversario. Vasto, porque nos invita a dejar a Machado (aunque sea para volver a él) para ir hacia lo anónimo. Y por último, es amplio porque lo imaginario es tan importante para nosotros como los hechos concretos, y combinarlos es uno de los retos de nuestro trabajo. Este proyecto es tanto más complejo cuanto que se inscribe en el contexto de un «pasado que no pasa», según la expresión del historiador Henry Rousso a propósito de Vichy, o al menos en un pasado marcado por bloqueos, evoluciones y tensiones, que son objeto de la historia por derecho propio, pero que debemos tener en cuenta para avanzar en nuestras investigaciones. Por ello, esperamos que nuestra presentación tenga ecos positivos y suscite testimonios.